Sentado en el sofá oigo
el murmullo de la lluvia golpeando los vidrios de las ventanas. Me levanto y me
acercó a la puerta del jardín. Mi rostro se refleja en los cristales y veo unos
ojos cansados de llorar por un error. Abro la puerta y salgo a la intemperie
dejando que la lluvia resbale por mi cara mezclándose con las lágrimas. Miro al
cielo y las nubes tapan la luna para que no vea mi alma marchita. Bajo la vista
al suelo, tomo aire y al levantarla grito una palabra tan fuerte para que el
viento se la lleve hasta donde estés: Perdóname.
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