sábado, 25 de julio de 2015

Al mar

Se fue.
Al mar se tuvo que entregar.
¿Volveré a ver a mi amigo?
¿Cuánto tiempo pasará?
¿Un día, un mes, una vida quizás?
Sabe Dios qué fortuna le deparará.
Puedo maldecir al capitán del barco
o a los tripulantes que lo manejan
o al propio barco por permitirle subir.
Puedo maldecir al tipo que soltó
las amarras del noray y le dejó ir.
O puedo maldecirte a ti, mar, porque
cuanto más lo alejas de mí
más te lo quedas para ti.
Todos sois culpables
de nuestra gradual distancia.
¿Por qué se marchó mi amigo?
¿Sabe él que también yo navego por un mar de nostalgia?
Devuélvemelo Dios pues sin mi amigo no sé vivir.

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