Una lámpara al fondo alumbra todo el cuarto. En él
se podían ver las paredes llenas de cosas diversas, estanterías con libros,
fotos, estatuillas, cuadros y un sinfín de cosas. Del resto de la habitación
podía observar mesas, sofás, sillas y más muebles.
Pero allá donde mirara sólo veía los restos de una vida pasada. Una foto aquí
le transportaba a aquel parque donde solían pasar las horas, otra por allí, el
beso bajo el árbol tomada por alguna persona que no recordaba, ese libro que
leyeron al mismo tiempo o el perrito sobre la mesa tan espantoso que le regaló
y tenía una oreja descascarillada pero que sin embargo le tenía aprecio.
La bombilla de la lámpara parpadeó un momento y la
habitación se quedó a oscuras. Unos segundos después todo el panorama cambió
tras volver la luz. Las estanterías estaban descolgadas y todo lo que contenían
habían caído al suelo o estaban a punto de hacerlo, los sofás raidos y los
cojines resquebrajados, las mesas astilladas y rotas.
Las fotos también habían cambiado, ahora en vez
del parque soleado era un parque en penumbra, la foto del beso estaba
chamuscada donde los labios se juntaban y del perro quedaba únicamente la
cerámica esparcida por el suelo. Al momento las paredes empezaron a moverse y
la habitación se fue achicando, empujando todo lo que había. No era capaz de
movilizar las piernas presas del pánico y bajó los ojos atemorizados.
Vio algo que no había visto antes, lo cogió y lo
aferró con tal fuerza contra su pecho que no le importó hacerse daño. Intentó
buscar una salida corriendo por la habitación pero no había y las paredes se
iban acercando cada vez más.
La lámpara se apagó y la oscuridad se cernió sobre
ella y se asustó pero un diminuto rayo salía de alguna parte, ¿y si era una
puerta?
Corrió hacia allí tropezando con las cosas
esparcidas por el suelo a cada paso que daba, le costaba avanzar. Tuvo que
correr por encima de las mesas, las estanterías y los objetos pero ya podía
alcanzar casi la puerta. Agarró el picaporte a la vez que tropezaba con algo y
lo que llevaba agarrado se le escapó de entre los dedos perdiéndose entre el
amasijo de cosas.
Retrocedió para buscarlo pero a las paredes apenas
le faltaban medio metro para juntarse y no le quedó más remedio que desistir y
atravesar la puerta si no quería ser aplastada. Justo cuando cruzó la puerta se
cerró de un golpe y lo que dejó atrás lo olvido porque ahora se hallaba en otra
habitación más amplia con vanos en las paredes por donde se filtraba el sol y
una amplísima puerta que daba a un jardín pero no había muebles o libros o
fotografías, no le importaba, podía empezar de nuevo a decorar aquella
habitación con cosas nuevas.
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