Los días, meses, años
pasan. El sol ilumina son su esplendor un cielo azul sin embargo existe otro
tipo de cielo al que no traspasa con su luz el gris de la desesperación, la
soledad, la agonía por conocer lo desconocido.
Entre libros se pasaba
para que los días transcurrieran más rápidamente pero la llama de la esperanza
se apagaba.
Una mañana las campanas
de la catedral repicaron, se asomó y vio una flota de barcos llegar. Bajó
corriendo a la calle. Con el corazón gritando de alegría se dirigió a puerto.
Allí estuvo buscándole con la mirada entre tanta multitud pero no le veía.
Comenzó a sentir un vacio horrible y de repente una
mano se poso en su hombro. Se dio la vuelta y allí estaba, al instante se le
echó al cuello para fundirse en un eterno beso.
FIN
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