Todo estaba oscuro, el
silencio se cernía como el águila cuando acecha a su presa. Intentando cobrar
el conocimiento se dio cuenta que no podía moverse, forcejeó pero le era
imposible, fue como si estuviese paralizado. Reuniendo toda la fuerza que le
era capaz consiguió moverse un poco pero enseguida notó un dolor tan intenso en
algún sitio de su cuerpo que desistió.
Permaneció quieto por un
tiempo pero algo en su interior le decía que debía salir de aquella situación
como fuese.
Agarró aquello que le
oprimía el cuerpo y levantó con ayuda de las piernas la enorme carga, por fin
estaba libre. Sin embargo no supo que hubiera sido peor sin haberse quedado
atrapado como estaba o contemplar el desolador paisaje de su alrededor.
Por todas partes había gente
gritando, humo, cenizas que al respirar iban directamente a los pulmones aunque
la parte más horrible fue observar los cuerpos, cuerpos ahora sin vida,
esparcidos por el suelo.
Hizo memoria y al
instante recordó porqué estaba en ese lugar, estaba por la supervivencia de su
pueblo, por la libertad de su gente.
Miró a su alrededor en
busca de una espada y se la arrebató a un soldado que yacía, jamás sabría quien
sería o si en algún momento hubiesen compartido historias de sus vidas en una
taberna, la guerra impedía estas cosas.
Buscó con la mirada a
alguien, no supo quien exactamente, pero en cuanto clavase sus ojos en la otra
persona lo reconocería.
Mientras tanto se iba
abriendo camino a través del fragor de la batalla esquivando mandobles y alguna
que otra estocada mortal.
Pudo vislumbrar lo que
tanto ansiaba hallar, al responsable de todo aquello. Allí sólo se encontraba,
sin nadie que le escoltara, un blanco fácil al que poder llegar sin problemas.
Ese enemigo también se
percató de él y desenvainó su espada. Aquel noble guerrero con toda la rabia
que acumulaba en su interior empezó a tomar carrerilla espada en alto.
Los recuerdos de su
pueblo esclavizado brotaron de su memoria, no hubo de olvidar aquellos actos.
Corriendo y a medida que
se acercaba a él pensó en todo momento en ellos y su meta era acabar con el
sufrimiento y la forma de obtener el poder para hacerlo.
Ya estaban cara a cara,
agarró la espada con las dos manos fuertemente en alto y saltó gritando para
clavársela directamente en el corazón.
Su último pensamiento fue para su amada.
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