Después de la visita de Piroska, Higar no sabía que hacer. Ya no cogía las llamadas de Tortelini, y cuando estaba bajo supervisión apenas le dirigía la palabra y él se daba cuenta y cuando le pregunta ella le contestaba con evasivas.
Tortelini pensó que sería por la presión de hacer bien el trabajo así que un mañana se presentó en casa de su novia para sorprenderla.
- !Buenos días princesa¡- gritaba Tortelini- He aquí a un caballero confuso con su amada porque ésta no quiere decir lo que le sucede. Baja a decírmelo por favor.
Higar no tuvo más remedio que hablar con él ya que se había presentado en su casa y no podía echarle.
Ella le contó lo que pasó con Piroska y las cosas que le dijo sobre la relación entre ellos dos.
Tortelini se sinceró pues no podía ocultarle que en el pasado mantuvo una relación con ella pero que después de conocer a Higar aquello lo apartó de su vida y no quería saber nada más de ella.
-Para que estés más tranquila hablaré con esa mujer y le quedaré las cosas claras, ¿vale nena?
Y tras calmar a su novia se marchó.
Muy cabreado Tortelini fue a casa de Piroska para ponerle las cartas sobre la mesa.
- ¿Cómo te atreves amenazar a mi novia? Te prohíbo que vuelvas a dirigirla la palabra, tu y yo tuvimos algo en el pasado pero eso se acabó ya. Déjanos en paz.
El corazón de Piroska se resquebrajó en miles de trocitos esparcidos al aire. Si antes era mala ahora el mundo sabría quien era ella. Decidió atacar donde más dolería a Tortelini, su familia.
Por la noche se escabulló de casa camuflada y al llegar a la de los Napolini se infiltró como lagartija que era. La luz del baño estaba encendida y se acercó, Acastus en ese momento se estaba dando un baño y Piroska del bolsillo se sacó una cuerda.
Reunió todas las fuerzas que le fue posible y rodeo el cuello de Acastus con la cuerda. Él se asusto y se retorció en la bañera para zafarse pero la fuerza de un niño era insignificante comparada con la fuerza de una mujer despechada y al poco rato dejó de respirar.
A la mañana siguiente toda la familia lloró la pérdida de un miembro, Tortelini tuvo las sospechas de quien podría haber cometido aquella atrocidad y se las infundió a su padre. Éste envió una carta a los Karkoff, decía: "Has atacado a la mía familia , toda mi ira recaerá sobre la tuya. Iremos a tu casa y sacudiremos los cimientos hasta verla derruida y después te borraremos del mapa junto a la tua esposa e hija"
Vlodka leyó la carta sorprendido y corrió adentro para prepararse cuando los Napolini llegaran si no lanzaba él antes una ofensiva.
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